Instrucciones para leer un libro

Nadie habrá dejado de observar que con frecuencia ciertas hojas se agrupan unas junto a otras de manera tal que una queda superpuesta sobre la otra, con la que queda unida de forma inalterable en uno de sus lados, generalmente el izquierdo y luego la hoja siguiente se coloca junto a esta, para que al girarla hacia la izquierda y vuelva a superponerse, sea otra la hoja que figure en el mismo plano, y luego con la siguiente sea posible repetir el gesto de pasaje entre las hojas, para dar paso a una nueva horizontalidad, conducta que se repite en semicírculo hasta producir ángulos sumamente variables que  suelen extenderse a los 180 grados.

Tomando el objeto formado por estas hojas unidas por el llamado lomo y poniendo la mano izquierda en una de las hojas más gruesas que constituyen la denominada tapa, y la derecha en la contratapa correspondiente, se está en posesión momentánea de un libro. Un libro de papel, impreso con tinta y compuesto de hojas fabricadas con fibras de celulosa, a la vieja usanza.

Cada una de estas hojas formadas como se ve por dos carillas o páginas, se sitúa un tanto más abajo o adelante que la anterior, principio que da sentido al libro, ya que cualquiera otra combinación producirá formas quizá más bellas o pintorescas, pero incapaces de trasladar al lector de un párrafo al otro para favorecerle el seguimiento visual de las palabras.

Los libros se leen en forma vertical u oblicua con respecto a la vista del lector y se comienza la lectura de la primera página a la última en orden consecutivo, pues hacia atrás o de costado resultan particularmente incómodos e incomprensibles. La actitud natural consiste en mantenerse sentado, aunque también puede tomarse el libro con ambas manos, en posición acostado, la cabeza ligeramente inclinada hacia sus hojas aunque no tanto que los ojos pierdan la visibilidad de las letras impresas en cada página, y respirando lenta y regularmente. Aunque es aceptable que con el transcurrir de su lectura se emita algún sonido o emanen gotas de los sacos lacrimales.

Para abrir un libro se comienza por colocar esas partes del cuerpo situadas a los lados en el extremo de los brazos, que habitualmente están desnudas y que salvo excepciones tienen el tamaño suficiente para poder sostenerlo entre ellas.

Puesta en la tapa de adelante dicha parte, que para abreviar llamaremos mano, se acerca a la primera hoja la parte equivalente de la derecha (también llamada mano, pero que no ha de confundirse con la mano antes citada), y haciéndola sostener la hoja y llevarla hacia la derecha, se mantiene el libro en dicha posición de descanso, formando entre tapa y contratapa y las hojas dispuestas una sobre otra sea del lado de la tapa o sea del lado de la contratapa, formando un ángulo obtuso, con lo cual la cabeza quedará enfrentada con ellas permitiendo a los ojos identificar las palabras en ellas impresas y a la mente regocijarse con lo que sus significados representan: una historia. (Las primeras hojas son siempre las más difíciles, hasta adquirir el ritmo necesario. La coincidencia de nombre entre la hoja y la hoja hace difícil la explicación. Cuídese especialmente de no girar al mismo tiempo la hoja y la hoja).

Llegado en esta forma a la segunda hoja basta repetir alternadamente los movimientos con la mano hasta encontrarse con el final del libro. Se lo deja fácilmente, con un suave movimiento de manos que lo ubica en su lugar de la biblioteca, o de alguna mesa, del que no se moverá hasta el momento en que alguien lo tome nuevamente entre sus manos.

3 Comentarios

  1. Buen día Daniela.

    Trabajo para una editorial española, DigitalText. Los editores de nuestro libro de Lengua de primero de ESO nos han pedido un retrato fotográfico de ti para su libro por lo que te pido tu permiso para publicarla así como una foto en la que salgas.

    Muchas gracias.

    Un saludo.

Replica a ladelibroabierto Cancelar la respuesta